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Microrrelatos testimoniales #8M

La publicación de hoy, la cuarta del 8M, nos trae una serie de microrrelatos basados en testimonios directos de mujeres sobre algún tipo de violencia de género, verbal, psicológica, física... Queremos daros las gracias a todas vosotras por uniros en esta iniciativa y hablar sobre lo que muchas no querrían. Esta publicación no es nuestra es de vosotras.


Finalmente todas serán anónimas por decisión de la asociación, sin embargo a ellas se les dio la oportunidad del anonimato, el pseudónimo o que su nombre figurara en esta publicación. La mayoría quiso el anonimato y decidimos que fueran todas anónimas.


Coloquio de los perros


Era de noche, caminábamos a la sala de estudio en Granada, pasábamos por una parada de autobuses donde había dos hombres bastante jóvenes. Se empezó a escuchar entre silbidos: Guapa, que buena estas.

Habíamos terminado de pasar la parada de autobuses, empezaron a sonar ladridos y aullidos, me asusté del ruido, a veces soy asustadiza, agarré el brazo a mi pareja. Más tarde, me di cuenta de lo que había pasado, hasta entonces había quedado en blanco, en shock. Fue cuando empecé a temblar. Sentí miedo. Seguí temblando hasta llegar a la sala de estudio y mientras tomamos un café y buscamos sitio donde sentarnos.


Si fueras mi padre...


Andando por la calle unos muchachos me dijeron que si mi padre sabía que salía a la calle con minifalda y los labios pintados además de llamarme patas de perdiz. Todo porque aquel día me había puesto minifalda y medias de color. Más tarde en el parque un hombre mayor también creyó necesario advertirme sobre mi ropa: Si fuera tu padre cogería un latiguillo y te daría en las piernas con él hasta que te sangraran.


Temprano hacia el taller


Es temprano, las siete de la mañana, voy con una compañera hacia el trabajo, un coche nos sigue desde la esquina. No habían terminado la fiesta del domingo, iban bebidos, no les hacíamos caso. Fue cuando decidieron cortarnos el paso por la acera para llamar nuestra atención, antes de decirnos que nos subiéramos al coche con ellos. Huimos, corrimos, ya estábamos cerca del taller por suerte.



Adaptarse o morir


Consideran que mi trabajo es de hombres, y ellos se ocuparon de que yo me diera cuenta. Había pasado el test escrito y el físico, como cualquiera allí, pero mi género no era el suyo. Por lo que no podía llevar ninguno de los uniformes que allí habían. Pero lo peor fueron los descansos, los cuales dedicaban a que me sintiera incómoda mediante pornografía. Oficialmente, la culpa fue mía porque: “no me adapté a las condiciones del trabajo”.


Contacto


-Sí mamá, volveré el fin de semana que viene al pueblo... No, ahora no, voy por la calle… Bueno voy a comer y te llamo después más tranqui…. Entonces sentí como algo subía por mi pierna desde la rodilla. Me giré y miré con odio al hombre que me estaba acariciando, tocado. Pero no supe decir nada, no hice nada, él paró, seguí hablando como mi madre, él se fue. Llegué a mi piso y me lavé. Lo peor no era que me hubiera tocado, sino la forma en que lo había hecho.


Audio de WhatsApp


El móvil vibra, miro los mensajes, es una amiga. Me habla sobre un proyecto por el 8 de marzo, comienzo a enviar un audio:

-Muchas gracias por darnos la oportunidad de hablar sobre esto a… a todas las mujeres que se hayan enterado de esto.

Bueno, procedo. Al ser un microrrelato no voy a dar detalles de ningún tipo.

Cuando tenía aproximadamente 3 o 4 años, un amigo de la familia, de antes claro, ya no es amigo de la familia ni tiene que ver con mi familia ni nada, reiteradas veces abusó de mi sexualmente.



Viaje en autobús


Él parecía dormido, mi asiento estaba junto al suyo, el que da al pasillo. Me senté y comenzó el viaje. Y también salió el autobús de la estación. Su mano empezó a moverse, muy despacio, acercándose hasta mi pierna. Entonces aprovechó los baches para restregarse contra mí. Yo me apartaba, me recogía hacia el otro lado, pero él insistía, y seguía. No sabía qué hacer o qué decirle. Hasta que tomé la determinación, me cambié de asiento.



Lo típico


Le pasa… no digo a todas pero a la mayoría de las mujeres.


Quedas con un chico, para conocer al muchacho.

El va con otras intenciones.

Tú no quieres esas intenciones

Te niegas a enrrollarte con él.

Él te empieza a insultar.

Puta

Guarra

Zorra


Atasco en la panadería


Tenía 21 años, pero ya era madre. Estaba paseando con el carrito por la calle. Cruzando la calle un pequeño camión, con dos hombres dentro, empezó a seguirme poniendo la primera marcha.

Tia buena

Menudas tetas

No hice caso.

Te follaba hasta hacerte 7 hijos

Te la voy a meter por tos sitios


Tu eres un cerdo, vete a la mierda. Finalmente contesté, pero siguieron. Conforme seguían los coches se acumularon pitando, hombres y mujeres escuchaban y se reían, y yo más humillada y ridícula.

Entonces el panadero salió escuchando el alboroto: Guarros, no veis que es una madre, dejadla ya en paz.

Y se fueron.



La mujer no tiene autoridad, aunque diga la verdad


Repasaba los niños que habían subido al autobús -Eduardo, no eres de este autobús vete pa’ el tuyo. Pero no quiso y tuvimos que discutir. Mientras el autobusero cerró las puertas. -Abre las puertas, tiene que irse en su autobús. Entonces se hizo el loco en una doble disputa hasta que el otro autobús arrancó y salió. El autobusero entonces arrancó y salió detrás y dijo: -Ya no se puede, porque ya no hay autobús para que se suba.


Cuando llegamos me bajé del autobús y le dije que no era quién pa meterse en mi trabajo de monitora. Él alegaba que ya era tarde cuando lo dije, yo sabía que no, le llamé mentiroso. A lo que él me contestó:


-A mi no me andes con estas, lo podemos hacer de dos maneras, por las buenas o por las malas. Si lo hacemos por las buenas tendrás que aceptar lo que yo diga y lo que yo haga. Y si lo hacemos por las malas te hago la vida imposible hasta que te vayas.


Me dijo esto mismo dos veces.

Aquel fue el único año que trabajé de monitora.



Relación normal


El chico le obliga a maquillarse y arreglarse porque, si no, se avergüenza de ella, y tiene que hacer lo que él diga, no puede salir de fiesta con sus amigas, porque él entonces sospecha y dice que le pone los cuernos, ella no puede decidir por sí sola nada, y si lo hace se pone agresivo y le insulta. Lo peor de esto es que ella no lo veía, a ella le parecía normal y yo le insistía que no es normal. No sé si le ha pegado alguna vez ni nada, porque yo no lo he visto ni me lo ha dicho.

No se si me lo contaría si sucediera.


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