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Antonio León: primeros poemas.

Abrimos nuestro blog con una serie de textos poéticos de Antonio León García, original

de Valdepeñas y maestro especialista en Pedagogía Terapéutica. Actualmente está ejerciendo en Santa Cruz de Mudela desde el 2007 en el CEIP Cervantes. En el ámbito literario ha publicado dos libros de poemas, participado en diversos recitales, pertenece al Grupo Cántiga, a la Asociación “Amigos de Juan Alcaide” y es presidente de la Asociación Histórico Cultural “Seis de Junio de 1808”. Entre tanto ha ganado premios literarios en poesía y narración. Ahora está investigando acerca del holocausto y sus consecuencias en el campo de exterminio polaco Auschwitz Birkenau.


Para más información sobre su trayectoria podéis consultar la siguiente página:



A continuación los dos primeros poemas de Antonio.









NUESTRO HIJO


Sobre el hermoso manto de una nueva

primavera viniste a nosotros para entregarnos

la dicha y la felicidad. Gracias por poner

nuevamente nombre a la alegría. A nuestro hijo Javier.


Era noche, silencios, madrugada.

Una estancia vacía y un pasillo

con olor a café, sin luz ni brillo,

y una sala de espera inhabitada.

Tan sólo eran mis sueños tu llamada...

"el flujo poderoso de un lebrillo

donde gustar tu sangre y un castillo

en que nombrarte Rey por tu llegada"

Y al filo de las doce la alegría

vino a poner el pulso a tu existencia...

En ti mi corazón se hizo profundo.

¡Qué hermoso amanecer anunció el día!

El milagro nació al fin. Ya eres esencia...

¡Era noche y tu luz alumbró al mundo!





DAME TU MANO AHORA


A Ana Belén, mi compañera, certeza y verdad

siempre… También complicidad inenarrable

en los días que siguieron a la muerte de mi padre.



Ana,

dame tu mano ahora que no puedo

ascender en silencio a donde me has amado;

que me faltan las fuerzas porque me sobra el llanto

en esta primavera de flores tan distintas.

No preguntes por qué, tú bien lo sabes…

“Reflejos de las lágrimas de entonces

vuelven a mi otra vez para ser cauce

sobre el río invernal de su partida”.

Dame Ana tu mano y no la sueltes;

dibuja en mis contornos la sed

que me acongoja

Y dame a probar el agua de tu aprecio

como entonces.

¡He perdido tanto…!

Dame tu mano Ana que no puedo

mantener la ilusión y ser respuesta

ahora que su muerte ha anclado su nostalgia

en la orilla absurda del pasado.

Ya no existe nada

a menos que me quieras

Dame tu mano Ana

que Aún nos queda la vida,

nuestras vidas,

sus vidas,

su VIDA.



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